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JARDINES DE PIQUÍO

JARDINES DE PIQUÍO

Jardines bien cuidados en Santander hay muchos, pero quizás no todos pueden presumir de tener unas vistas tan espectaculares como las que tienen los Jardines de Piquio. Situados en un saliente que divide la playa del Sardinero en dos: por un lado está la primera playa del Sardinero, el Palacio de la Magdalena y la isla de Mouro. Por otro, la segunda playa del Sardinero y el Faro de fondo.


Los jardines cuentan con numerosos bancos, muchos de ellos con vistas al mar. Se puede pasar una tarde muy agradable contemplando el mar y las dos playas del Sardinero. Su privilegiada ubicación hace de ellos un lugar idóneo para recrear la vista sobre un marco de incomparable belleza natural como es El Sardinero, barrio elegante por excelencia, situado a las afueras de la ciudad. Los Jardines de Piquío han sido siempre punto de encuentro de amigos, enamorados y paseantes.

 

 

Fotografía de Living Cantabria

 

Palmeras, rosetas, parterres, escaleras, y sobre todo su punto más característico, la pérgola, sufrían una metamorfosis singular que era esperada con verdadera ansiedad por los santanderinos. El color y la luz nacían en aquel lugar que divide las playas Primera y Segunda.

Piquío contiene numerosas especies de árboles entre las que cabe destacar los tamarices (Tamárix gallica). Árbol muy extendido por toda la ciudad y especialmente en el Sardinero. Equivocadamente llamado tamarindo, especie ésta con la que nada tiene que ver, es árbol que aguanta muy bien las difíciles condiciones que aporta el cercano mar, exceso de salitre especialmente.

Otro árbol característico de estos jardines es la palmera, especie de la que existen allí varios ejemplares de alto porte y considerable antigüedad, como ocurre con algunos eucaliptos, árbol traído de Australia y que alcanza mayor desarrollo de cuantos son habituales en Cantabria.

La ornamentación floral es muy variada y cuidada. Numerosas especies de plantas ornamentales ocupan los parterres del jardín urbano, que siendo pequeño en su tamaño, es quizás el más representativo y conocido de la ciudad.

En la parte Sur, y junto al entramado de escalinatas que descienden a la Primera Playa, se halla un pequeño mirador circular. Piquío, señorial y altivo en su privilegiada atalaya seguirá siendo para la ciudad un lugar único del que quiero destacar “La bola del mundo” de los jardines.

 

Fotografía de Living Cantabria

 

¿Sabías que la “Bola del Mundo” situada en los Jardines de Piquío de Santander, es en realidad un potente instrumento astronómico llamado “TIERRA PARALELA”?


El “descubrimiento” se lo debemos a Arturo Bravo, profesor del I.E.S. de Solares. ¡Mirando a la bola, verás amanecer en Nueva York en tiempo real… anochecer en Tokio… o la noche polar de 6 meses…! Y también funciona como reloj de Sol. Todo gracias a su especial orientación en el espacio (con su eje paralelo al de la Tierra).


El monumento consiste en una esfera de piedra caliza, de 65 centímetros de diámetro, esculpida en una sola pieza. En ella se representan los océanos, continentes y líneas de referencia.

En los continentes la piedra se encuentra pulida y pintada en color marrón recubierto de dorado. Los océanos, por el contrario, se representan con una piedra abujardada (es decir, marcada con pequeños hoyuelos), sin policromía, y a un nivel ligeramente más bajo respecto de los continentes.

La esfera está orientada de modo que su eje Norte-Sur coincida con la dirección Norte-Sur verdadera; la Península Ibérica se ubica en la parte superior de la esfera. Esto hace que su eje polar sea paralelo al de la Tierra. La bola se encuentra situada sobre un mosaico en el suelo representando una rosa de los vientos, que señala dieciséis direcciones.

Al parecer su construcción está en torno a 1925, momento en que se construyeron los Jardines de Piquío, obra del arquitecto Ramiro Saiz Martínez, siendo alcalde de Santander Rafael de la Vega Lamera.

El diseño de la bola del mundo se debe a Eugenio Cortiguera, aviador y diseñador, mientras que la realización material del monumento estuvo a cargo del escultor y cantero Saturnino Merodio, que trabajaba en el taller de José de la Lastra en la calle Perines de Santander.

El valor artístico que posee el monumento por su propia factura, se ve realzado por el hecho de no ser sólo una escultura, sino también un potente instrumento astronómico, llamado TIERRA PARALELA, cuyo funcionamiento detallamos a continuación:

Una TIERRA PARALELA es un instrumento astronómico formado por una bola del mundo, cuyo eje se encuentra correctamente orientado en la dirección Norte-Sur, y dispuesta además de tal modo que en la parte superior de la esfera se encuentre precisamente el lugar donde se ubica el instrumento (Santander, en este caso). Esto hace que el eje de la bola sea paralelo al eje verdadero de la Tierra (de ahí su nombre).

 

 

Fotografía de Living Cantabria

 

Durante las horas diurnas, la bola reciba la misma iluminación solar que la Tierra real: y por tanto los lugares donde es “de día” y “de noche” en la bola (es decir, su mitad iluminada y su mitad en sombra) corresponden exactamente a los lugares donde es de día y de noche en la Tierra real.

Esta es la primera y más inmediata utilidad de la Tierra Paralela: al observarla sabremos, en cada momento, en qué lugares del mundo es de día y de noche.

 

Fotografía de Living Cantabria

 

También funciona como reloj de sol, catalogado como RELOJ DE SOL ESFÉRICO. Al contrario que en otros relojes de Sol, la hora no es indicada por ninguna varilla o gnomon, sino que en este caso es el terminador (frontera entre la luz y la sombra) el que señala la hora sobre las marcas horarias grabadas en el Ecuador. La hora puede leerse indistintamente en el terminador Este y en el Oeste, al existir dos series de numeración de las horas. Por supuesto, el reloj indica la hora solar (una hora menos que la oficial en horario de invierno; dos menos en horario de verano).

Tenemos que destacar la notable precisión con que fue alineado su eje Norte-Sur.

En el diseño de los Jardines se buscó un emplazamiento adecuado para la bola, pues está ubicado donde ningún árbol proyecte su sombra, lo que dificultaría la lectura del instrumento. Notemos que la pérgola que bordea el lugar se encuentra al Norte del monumento y por tanto nunca proyecta su sombra sobre él.

 

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