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LA CATEDRAL DE SANTANDER

LA CATEDRAL DE SANTANDER

La Catedral de Santander (dedicada a Nuestra Señora de la Asunción) engaña al visitante por su austero aspecto exterior. Nadie diría que se trata de una muy interesante catedral medieval, pues su estampa difiere exteriormente de las majestuosas fachadas de otras seos españolas.

 


La Catedral está construida en una colina, en el lugar sobre el que en su día se levantó la Abadía de San Emeterio y San Celedonio, alrededor de la que nació la ciudad de Santander (entonces llamada Portus Victoriae liliobrigensium).

El principal motivo de esta apariencia tan poco atractiva desde fuera ha sido el conjunto de reformas seculares sufridas desde la Edad Media, pero muy especialmente por el incendio que sufrió en 1941 y que obligo en los años 80 del pasado siglo a una reconstrucción muy compleja.

 

Fotografía de Silvia Ramón.

 

En la parte baja del conjunto de la Catedral se encuentra la Iglesia del Cristo, que es el monumento más antiguo que se conserva en la ciudad. Excavaciones arqueológicas recientes han confirmado una larga secuencia de construcciones en el solar de la catedral desde la Antigüedad hasta nuestros días. De hecho, en su subsuelo se encontraron restos romanos de un complejo termal. En el siglo VIII, con motivo del repliegue cristiano tras la entrada de los musulmanes en el año 711, las cabezas de los mártires Emeterio y Celedonio, soldados romanos martirizados en el año 299 en Calahorra, fueron trasladadas hasta este lugar y enterrados en lo que fuera un horno de dichas termas.

 

Fotografía de Silvia Ramón.

 

Es probable que ya a finales de ese siglo VIII el lugar de enterramiento de estas reliquias se convirtiera en santuario y luego en monasterio, del que se conocen noticias del año 1099, cuando el rey leonés y castellano Alfonso VI le otorga diversos privilegios.

Unas décadas más tarde, durante el reinado de Alfonso VII, la abadía fue convertida en colegiata. Durante estos siglos medievales la iglesia fue de Patronato Real, como atestiguan los numerosos escudos reales distribuidos en sus puertas, por lo que las obras constructivas pudieron ser muy ambiciosas, como muestra lo conservado en la actualidad.

Esta pequeña iglesia de tres naves divididas por gruesos pilares se caracteriza por su estilo sobrio, aunque en su interior conserva algunas piezas de mucho valor. Por su parte, la Catedral es un templo al que su solidez y recia torre le dan un aspecto de fortaleza. Comenzó a construirse en el siglo XIII y fue declarada Bien de Interés Cultural en 1931, aunque tuvo que ser reconstruida tras el incendio de 1941.

En su interior puede admirarse un valioso retablo de estilo churrigueresco, y el sepulcro del erudito santanderino Marcelino Menéndez Pelayo, cuya estatua yacente reposa sobre una almohada de libros y tiene la inscripción “¡Qué lástima tener que morir cuando me queda tanto por leer!”. Otra curiosidad de la Catedral es la capilla de San Matías que, cada año, recibe la visita de la Corporación Municipal para renovar el voto que se realizó por primera vez en 1503, para rogar que la peste se alejara de la ciudad. En el interior destaca el órgano monumental de la Santísima Trinidad formado por tres cuerpos, cuyo proyecto corresponde a Norbert Itrich y cuenta con más de 6000 tubos y 100 registros, cinco de ellos nunca antes construidos. El conjunto de la catedral no debería abandonarse sin antes detenerse en el precioso claustro gótico.

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