Monumento a José María de Pereda en los jardines del mismo nombre. Los grabados que se ven rodeando al busto de Pereda representan escenas de sus obras.
José María de Pereda y Sánchez Porrúa (Polanco, 6 de febrero de 1833 – Santander, 1 de marzo de 1906) fue un novelista español del periodo realista. También participó como político afiliado al carlismo.
Sus obras más conocidas son Peñas arriba, De tal palo tal astilla, Sotileza y La puchera, que le dieron gran reconocimiento, lo cual dio lugar a que ya en 1872 fuese correspondiente de la Real Academia Española.
En De tal palo, tal astilla (1880) el personaje principal, Fernando Peñarrubia, es educado por un padre ateo. Cuando se enamora de Águeda, consulta con el cura de Valdecines, pero las intrigas del codicioso cacique Sotero y la usura que practica llevarán al protagonista al suicidio. Con esta novela de tesis Pereda intentó responder a la Gloria de Galdós, aunque también tiene ecos de Doña Perfecta.
En Sotileza (1885), cuyo título responde al apodo de la huérfana Silda, recogida piadosamente por un matrimonio de pescadores, esta muchacha, de carácter soñador, enamora a Andrés, hijo de un prestigioso marino, pero ambos se ven obligados a renunciar al amor cuando se impone la realidad social. Andrés se casará con una muchacha de su clase y Casilda con un pescador, Cleto, todo ello con la intercesión del padre Apolinar, que representa la imagen del clero como consolador de los males sociales a la vez que guardián de los valores de la tradición popular. En Sotileza presenta Pereda un amplio retrato de las costumbres de los pescadores, la dureza de su vida y su organización social.
En La puchera (1889) se aproxima al naturalismo, siempre desde un punto de vista conservador: para poder comer, Juan Pedro el Lebrato y su hijo, Pedro Juan se dedican a pescar en duras condiciones, ya que deben pagar sus deudas al prestamista Baltasar, el Berrugo. Pedro Juan logra la mujer que ama: Pilara, mientras que al Berrugo lo desprecia su hija, Inés, por impedirle casarse con un indiano rico. Enloquecido por un tesoro, muere Baltasar ante el Lebrato y el Josco, que se ven incapacitados para salvarlo.
En Peñas arriba (1895) narra la estancia de Marcelo en casa de su tío Celso en Tablanca durante un invierno, su tío lo hará su heredero. Tras excursiones y conversaciones con sus habitantes, Marcelo se va encariñando con el lugar y su impresionante naturaleza. Participa en la cacería de un oso y sobrevive a un temporal de nieve. Al morir su tío, elige una esposa de Tablanca, donde se instala ya hasta el fin de sus días.
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