Ya llevamos un tiempo aquí, paseando por las calles de Santander y no nos cansamos de buscar, preguntar, aprender… Santander no ha podido conservar sus edificios históricos que le dan a cada ciudad un carácter peculiar, pero en cuanto a cultura, tradiciones, festejos, leyendas, etc… Nos queda muchísimo que descubrir.
Hoy, último día de febrero (29), se celebra en Santander y en toda Cantabria, Las Marzas. Aquí las historias que me cuentas ya empiezan a contradecirse. Y es que, cuando me pongo a indagar sobre esta tradición no está muy claro su origen, así que, como intento hacer siempre os lo explicaré lo mejor que pueda.
Como iba diciendo, en unos sitios nos cuentan que las marzas se suelen celebrar a final del mes de febrero o los primeros días de marzo para dar la bienvenida a la primavera. Pero en otras publicaciones nos dicen que tradicionalmente se cantaban en Nochebuena (primeras alusiones a las marzas por José María de Pereda en “Escenas montañesas”), Año Nuevo y Reyes.
Por lo general, es un tipo de canto sin acompañamiento musical que realizaban un grupo de mozos recorriendo diferentes casas del barrio y a cambio de estos cantos se les regalaba a los mozos diferentes productos (costillas, huevos, manteca, morcillas).
Fue en 1871, Amós de Escalante que vio el origen de las marzas en los viejos romances procedentes de la cristianización de la Edad Media. Y otros, veían una influencia de la romanización que sufrió Cantabria, celebrando la llegada de la primavera.
Los marzantes o marceros eran los hombres solteros que se organizaban en cuadrillas y dirigidos por el mozo de más edad que armonizaba las voces salían de ronda a cantar las marzas.
Los marzantes llevan blusa, chaqueta de paño, faja, pantalón estrecho y pañuelo al cuello anudado por delante, palo de acebo, rematado por una especie de bola que se llama cachiporra.
El ritual de las cuadrillas empezaba con solicitar permiso, de forma oral, al alcalde, al cura y al maestro del lugar. Una vez obtenido el permiso, los mozos acompañados del farolero y el cestero, abrían la ronda dando voces, relinchos o jisquíos con los que avisaban a los vecinos de que no se fueran a la cama por que iniciaban la ronda.
Al llegar una casa y según cuenta la tradición el dueño de la casa desde dentro decía: “¿Quién llama?” y los mozos respondían “Los marzantes” o “¿Dan marzas?”. Y cuando el dueño abría la puerta los mozos preguntaban “¿Cantamos, rezamos o nos vamos?” El motivo es que dependiendo de la situación de la casa cantaban, rezaban o se iban si tenían algún enfermo grave o luto reciente
A cambio de los cantos como ya os he comentado antes, recibían el dao o limosna y dependiendo si la donación era buena o malo se le vitoreaba o se les daba una cencerrada.
En 1925, el Diccionario de la RAE, definía las marzas como: “marzas (de marzo), f. pl. Coplas que los mozos santanderinos van cantando de noche por las casas de las aldeas, en alabanza de la primavera, de los dueños de la casa, etc. Obsequio de manteca, morcilla. Etc., que se da en cada casa a los marzantes”.
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