Uno de los juegos tradicionales que ha ido evolucionando y que a muchos nos trae recuerdos felices de nuestra infancia cuando con sencillos juguetes y aplicando diferentes formas de juego o mecanismos podíamos pasar horas entretenidos. Juegos como la rayuela, las tabas, la comba, el aro, las canicas o el yo-yo están en la memoria de todos nosotros.
Hoy en día, algunos de estos juegos siguen entreteniendo a muchos niños y no tan niños. Uno de ellos es la peonza.
Con el avance de la tecnología ahora podemos encontrar peonzas con luz y fabricadas con materiales súper resistentes y ligeros que permiten realizar trucos increíbles a los más avanzados en el arte de la peonza.
Es uno de los juegos más antiguos que existen. Su origen no está del todo claro, sin embargo, y se han encontrado evidencias de su existencia en casi todas las culturas del mundo desde tiempos muy lejanos. Nada menos que aproximadamente en el 4.000 antes de Cristo ya había peonzas, pues ha habido hallazgos arqueológicos de trompos fabricados con arcilla a orillas del Éufrates. Aunque realmente se cree que tiempo antes la peonza formaría parte de otro sistema para hacer fuego mediante rozamiento con una madera, de ahí su origen incierto.
Fue un juguete habitual entre las culturas clásicas griega y romana. Fabricaban peonzas de madera, de terracota o barro cocido, y realizaban multitud de juegos grupales.
Otros autores, como Platón, mencionaron las peonzas en sus escritos. Platón nombró en concreto el strobilos, que se trata de un tipo de peonza que produce un silbido al rodar en torno a un aro. En este caso, más que como un juego, al filósofo le servían como inspiración y metáfora sobre el movimiento.
En la Edad Media, concretamente en la Inglaterra del siglo XIV, se las relacionaba con determinados ritos y se llevaban a cabo carreras de peonzas en las que competían las diferentes parroquias coincidiendo con los martes de carnaval (fin de un ciclo de ayuno en aquel momento).
Pero no solo en la Edad Media se utilizaban para ceremonias. En otras épocas y culturas también se usaban como instrumento para realizar ciertas profecías, adivinaciones y otros rituales, o como juegos de azar.
En Oriente también tuvieron mucho auge. En países como China y sobre todo en Japón fueron un juego extremadamente popular, sobre todo la peonza denominada perinola y los niños empezaron a hacer de ellas un auténtico arte y a bailarlas de forma espectacular.
En el continente americano, desde las antiguas etnias peruanas, hasta Argentina, Chile o México usaban ya este entretenimiento con algunas variantes locales. También una tribu de indios norteamericanos, los hopi,las utilizaban para distraerse y practicar juegos de destreza.
En definitiva, las peonzas han girado por todos los confines del planeta y se llamen como se llamen y tengan la forma que tengan han pertenecido al abanico de juguetes propios de la infancia de casi todos los niños del mundo.
En la actualidad, no solo se trata de un juego infantil, sino que adolescentes y jóvenes son capaces de mostrar su gran pericia en esto, de innovar nuevos trucos y de crear alucinantes coreografías conjuntas.
¿Jugamos?
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